Luz y obscuridad

Caigo en cuenta al fin. Me atraes por ser diferente al diablo. Encontré en ti la ambigüedad a la que estaba acostumbrado y torturado, no me pareces similar a esos labios infernales que tanto envenenaron mi sentir.

Aún no eres parte mía, pero no descansaré hasta poderte hacer saber lo mucho que muero por ser en ti. Es sólo un conteo regresivo hasta que tu aliento me guíe a través de nuevos mares y la brisa que generes para mi, sea el impulso y ganas para superar lo poco que hasta ahora he logrado.

La obscuridad ya no parece tan tenebrosa en retrospectiva, pero tengo temor de quemarme en tu luz, irradias tanto que es posible que acabe derretido y distorsionado a ti antes de siquiera tocarte. Será un riesgo que deberé correr en su debido momento.

Eres el perfecto Yang a las calamidades que han detenido y privado mis ganas de proseguir en un mundo que está tan en mi contra como a mi favor. Un mundo donde la noche se apoderó y apenas estas haciendo amanecer.

Eres la luz que iluminará cada mañana al despertar con un dejo de melancolía empapado con felicidad, la esencia de la alegría inmarchitable. Eso y más eres. Eres tan perfecta, tan indescriptible.

Esperaré impaciente a que la noche se aleje por fin de mi mente, que la obscuridad desista de corromper mi pensar con ideas que jamás sucederán, futuros que sucederán ahora junto a ti.