La realidad imperfecta

Versos, inspiraciones, historias y desastres naturales.

Month: April, 2014

A veces pienso en ti

A veces pienso en mi más de lo que debería, Jane. Cada madrugada a las 3:45, cuando no hay un alma más en la calle, cuando el ruido más mínimo parece tener más amplitud que una bocina de autobús, en ese momento pienso en ti.

¿Te acuerdas cuando existías? ¿Cuándo no eras una voz lejana en mi cabeza? Vaya días! Hoy me encuentro perdiendo la cabeza por un amor a destiempo y me he dado cuenta que de cierta forma es por ti. Tu me enseñaste a perseguirte y eh estado persiguiendo amores que no tienen futuro. Dentro de todo, en nuestro mal tiempo para enamorarnos mutuamente, existió esa cultura de esperar y prevalecer en amor pese al tiempo. Tremendos años clavado en ti y parece que de cierta forma aún lo estoy. En fin.

Quisiera que por primera vez en unos cuantos muchos meses, pudiera conocer a una mujer con la cual no tenga miedo y quiera impresionar para evitar que se marche pronto. Quiero alguien como tú en mi vida. Tanto fuiste para mi que te busco en otras personas, vaya noticia. Creo que he perdido completamente el seso y no logró separarme de lo que fuiste y quien fuiste, maldita seas, Jane.

Quiero dejar de pensar en ti cuando estoy triste, cuando estoy sólo, también cuando estoy feliz, enfiestado y con mis amigos. Desaparece de mi mente de la misma forma en la que desapareciste de mi vida.

Poco a poco te veo menos al cerrar los ojos, Jane. Tengo miedo de un día cerrarlos y jamás volverte a ver.

Paso con paso

¡Hoy me acordé de ti!

Hoy caminando por las calles mientras el ocaso se apoderaba del firmamento apareciste en mi mente de nuevo, recordé lo mucho que te amé, lo mucho que te quise y lo mucho que te detesto.

Te me habías olvidado.

Te evoqué desnuda, como tantas veces te contemple frente a mi. Recapitulé cada lunar en tu espalda, cada historia que merece ser contada, cada día que pasamos juntos y cada día que llovió tristeza por tu culpa. Añoré segundo a segundo durante un tiempo a estar junto a ti, pero tremendo golpe me di contra la pared al realizar que no estaba avanzando mas que solo caminaba en paralelo. 

Imaginé que te veía de nuevo, cada calle nueva que cruzaba contenía la incógnita de encontrarte y las posibilidades que tendría para responderte. Fantasee un poco con nuestra plática, al parecer te volvías una broma de quien solías ser (pero bueno, eso no es nada sorpresa desde hace un par de años) y eras una fanfarronería andante. Pero en contraste, me seguías encantando. Nuestra química corporal seguía intacta, justo como la dejamos, con ganas de encontrarnos de nuevo.

Siempre me encantó tu cuerpo, de la cabeza a los pies eras la representación de lo que quería. Tu cabello lacio pero a veces ondulado, tus ojos grandes en tiempos tímidos, tus labios jugosos pero delgados, tus senos juguetones, tu cadera hecha a la perfección para poner mis dedos y dejarte marcados los pulgares, tus nalgas paraditas que me dieron la bienvenida tantas veces, tus piernas largas que me duraban horas cuando te comía. Me encantaba el cómo cambiaba tu anatomía cuando te desnudabas para mi, la forma en la que cambiaba cuando te colocaba para penetrarte, la apariencia cuando te cogía contra la pared o sobre tu cama o tu sobre mi; me encantaba cogerte.

Aludí en mi ilusión a que me enamoré de ti por cogerte tanto. Vaya que me quitaba el estrés acostarme contigo, perdernos horas y horas en un universo paralelo donde nos descubríamos día a día. Descubrí de tanto tener sexo contigo que me encantabas, que eras lo más cercano a un alma gemela que pudiera tener en un buen rato, cuando sólo eras mi compañera sexual fui descubriéndote hacia adentro más de lo que me hubiera gustado, tanto que descubrí, tanto que conocí, que te dio miedo y decidiste ser otra persona.

Decidiste ser una mujer que buscó destruirme desde raíz y dejándome no razón alguna mas que jamás volverte a poner un dedo encima, nunca pensar en seducirte de nuevo como sucedió con otras mujeres. Me mostraste el infierno y acepté vivir en él para entenderme a mi mismo y darme cuenta que de no ser que pasábamos horas y horas fornicando, jamás me hubiese enamorado de ti, ni hubiera previsto en la aberración de ti que te convertirías.

Tu cuerpo es apenas una ruina de lo que eras, entre tantos hombres que has buscado para que llenen un vacío que (aunque niegues) dejé en ti. Ahora estás rota, ahora no tienes donde esconderte, porque es más fácil para ti desnudarte que dejarle ver a alguien quien realmente eres. 

Pero no todo es desprecio y odio hacia ti. 

Aún así te amé, sin importar cómo fue, lo hice sin medir, entregándome como me fue imposible cuando tuve tu edad. Creo ese amor hecho ceniza y llevado a volar por el viento me impidió destruirte tantas veces. Con tanto que sabía de ti, tenía, poseía, eras más que un blanco fácil para quien quisiera verte caer. Pero me detuve. 

Me mostraste el infierno y me hiciste ver quien verdaderamente fui yo. 

Mientras ardía, mientras una parte de mi se quemaba para siempre y se carbonizaba, se formó poco a poco un sentimiento de ser más de lo que había logrado hasta ese momento gracias a ti. Es por ti por quien busco ser el mejor, hacer lo óptimo de mi vida ¿Por qué? Porque rompiste tanto mi alma que me diste la herramienta de poderla reconstruir yo mismo sin ayuda de nadie, sin ayuda de alguien similar a ti. Sin que supieras me fortaleciste y jamás me hubiera imaginado la bienaventuranza que eso traería.

Me volviste tu peor enemigo, pero a la vez jamás te haría daño, jamás siquiera te dirigiría la palabra. Al recordarte, no pensaba en ti como la arpía en la que mutaste, no. Pensaba en ese fragmento congelado en mi memoria, resguardado en lo más profundo de las prisiones de mis recuerdos. La imagen de una niña que le teme a lo que yo pueda pensar de ella, la niña que tiembla cuando la tocan, la niña que se sonroja al leer un texto del chico que le gusta. La chica que jamás volverás a ser.

Me acordé de ti hoy, pero jamás te hubiera encontrado en la calle. Tu ya no existes, tan sólo me hubiera encontrado con quien ahora dice ser una versión mejorada de ti. No me dirigirías la palabra, ni yo a ti. Pasaríamos de lado como los extraños que somos. 

A veces, el ocaso me trae a la memoria esos días que ahora parecen tan lejanos, podría extrañarlos. Mejor los resguardo.